jueves, 4 de septiembre de 2008

Autorretrato

Son 6:30 de la mañana. Estoy acá, me pongo a mirar mi reflejo en el cristal de la puerta. Veo una imagen retorcida, oscura. ¿Pero no lo son todas las que hacemos de nosotros mismos? Ni alto ni bajo, cola corta, pelo blanco enrizado, colmillos pequeños, un mamífero. Falta un rato para mi día de trabajo llegar al fin. Soy escolta nocturno, por la noche, un soldado. Pablo está dormido, despierta a las 7:00 y, antes de ducharse él saca un fármaco del botiquín y cuelga lo en mi boca. Es para controlar mi epilepsia, conque, un tarado. A mi no me aburrí los fármacos periódicos, resignado. Ahora voy a husmear la rendija bajo la puerta, puesto que en un ratito la caniche del 201 va a pasar. Ya puedo sentir su olor, hum! Ahora más fuerte, muy exquisito. Ladro, pero ella no contesta, chucha. En celo soy capaz de hacer cualquier cosa por una hembra, tengo la sangre latino en mis venas, un loco. Atravieso el cuarto, llego al pasillo, necesito agua. Trompico en la vasija, vierto el agua por el pasillo, perdido en el espacio, despistado. Voy a llamar Pablo, sigo a su dormitorio, ruedo alrededor de su cama, ladro, salto, me pongo a husmear sus pies, muerdo su sábana, la tiro... un cachorro, un niño.

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